FANN

Montañas en la Ruta de la Seda - II




Las montañas Fann de Tajikistán no pueden competir  con otras de la misma cordillera Pamir-Alai ni en altura ni en dificultad: el Ismail Samani, antiguo pìco Comunismo, con 7.495 m. tiene dimensión himaláyica y el conjunto de catedrales de roca de Aksu-Karavshin recuerda a las mismísimas torres patagónicas.
Pero para qué nos vamos a engañar si muchos de nosotros, que planeamos viajes a montañas lejanas, ya no somos ni tan jóvenes para las unas ni nunca hemos sido tan buenos para las otras. Sin embargo, qué importa cuando las montañas son sólo una buena excusa para emprender el viaje. Y estas montañas lo merecen. Merecen viajar a Tajikistán tras el embrujo de su nombre, Fann, tan susurrante e hipnótico,  para escalar nuestra Roca Sogdiana como los soldados de Alejandro y tal vez capturar a la bella Roxana, para patear las polvorientas ruinas de barro de Pendjikent, el asentamiento más antiguo de  Asia central. Merecen cruzar luego al vecino Uzbekistán en busca de una Samarkanda inexistente, cuya magia sólo resuena entre los azulejos de la plaza del Registán, para ir después un poco más allá a la deslumbrante Bukhara de las cúpulas como cebollas de cristal, y aún más, siguiendo la Ruta de la Seda, atravesar en taxi el desierto de Kyzyl Kum hasta el oasis de la amurallada Khiva.


A las montañas Fann no es fácil llegar desde Dushanbé, la capital del país.  Los vuelos a esta ciudad son escasos desde Europa y, aún consiguiéndolo, la conexión con el valle de Zeravshan, donde se encuentran las montañas, es por una nefasta carretera que debe cruzar el infame túnel de Anzob: 6 kilómetros sin pavimentar, sin ventilación, sin luz pero inundados. Nos gusta la aventura, no?
Sobre el mapa, lo mejor es ir a Samarkanda desde Tashkent, capital uzbeka bien conectada con Europa. La frontera tajika está a tiro de piedra y justo al otro lado Pendjikent. No llega a 70 kms. y basta remontar el río Zeravshan… sobre el mapa… con el dedo.
Sobre el terreno la cosa se complica y precisamente por el río. Este importante afluente del Amu Darya nace en los glaciares del Pamir-Alai, pero la construcción de una presa y el aprovechamiento de sus aguas para el riego de los campos de algodón hacen que llegue exhausto a la frontera y que, al otro lado, a los uzbekos apenes les den sus aguas para lavarse los dientes. Y están enfadados; y cierran la frontera.
Sabido esto, la mejor opción hoy es acercarse desde Tashkent al puesto fronterizo de Oybek (70 kms. 2 h.) y entrar en Tajikistán a pie porque no hay transporte transfronterizo, después por supuesto de las tediosas formalidades policiales. La primera ciudad a la que se llega es Khodjent, antes Leninabad, mucho antes Alejandría de Escate que Alejandro Magno fundó en el 329 a. C., a orillas del Syr Daria, en el valle de Ferganá uno de los más fértiles de Asia Central. Luego directos al sur para, tras superar el puerto de Shakristan (3.378 m.), alcanzar el valle de Zeravshan y Artuch, la puerta de entrada a las Fann (300 kms. y 7 horas).

Macizo del Chimtarga en las montañas Fann

Artuch Base Camp es una reliquia de la época soviética, un viejo centro de alpinismo de cuando el deporte era cuestión de estado. Entonces estas montañas y las vecinas de Aksu eran la palestra para los duros escaladores del este antes de lanzarse a empresas de mayor envergadura. Por eso los mapas de la zona son rusos con grafía cirílica y algunas cumbres suenan a Energia o Moskva. Pero hoy Artuch se ha convertido en un caduco centro de turismo de montaña para extranjeros y agencias de trekking, a medio camino entre el sueño socialista del pasado y el despertar islámico de los últimos tiempos.
Las posibilidades para el senderismo de altura y el alpinismo modesto son numerosas y es posible la combinación de ambos que no siempre es fácil: recorrer valles jalonados de bellísimos lagos y praderas moteadas de rebaños, remontar glaciares menguantes por el calor y superar collados entre las nubes, o coronar cumbres por encima de los 5000 metros, pero no más de 5500 que allí arriba duele mucho la cabeza.
Desde Artuch BC casi es obligado el paso por Alaudin y el collado Chimtarga. Más allá puede optarse por recorridos muy variados en función del tiempo disponible y las pretensiones de cada cual. Habrá que contar siempre con la instalación de campamentos y la posibilidad de apoyo de animales de carga salvo en el Chimtarga pass que sólo es transitable para porteadores. Los hay, unos y otros.
La ruta más completa termina, después de zigzaguear todas estas montañas, en Iskanderkul, el lago de Alejandro hasta donde, según la tradición persiguió y dio muerte al rebelde sogdiano (tajiko) Espitamenes. Sometidas y pacificadas las regiones Bactriana y Sogdiana, volvió sobre sus pasos y, cruzando el Hindu Kush, bajó hacia el Indo.

El Hindu Kush… el paso Khiber… No nos hagamos ilusiones. Mejor lo dicho, de nuevo al llano Uzbekistán a recorrer un tramo de la ruta de la seda, porque hoy por hoy, esa zona fronteriza entre Afganistán y Pakistán no es recomendable para la salud.



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