A VUELTAS POR EL "3GLAV"

En su día, el gobierno esloveno recibió con sorpresa 4,5 millones de dólares de la administración Bush en agradecimiento por su apoyo en la guerra de Irak. En realidad le correspondían al gobierno eslovaco.
            Eslovenia es un joven y pequeño país que merece conocerse mucho mejor.


Iglesia de la Asunción y castillo de Bled, capital de los Alpes Julianos


Recorrido norte-sur por el parque nacional del Triglav
Situado al fondo del mar Adriático, al que se asoma solo con 46 kilómetros de costa, se incrusta como una cuña entre la Europa eslava, la germánica y la latina. Entre Italia y Austria, entre Hungría y Croacia. En las últimas estribaciones de los Alpes, donde la llanura Panónica se decanta hacia el  Danubio.
Un pueblo tan antiguo que, procedente de las estepas como otros pueblos eslavos, invadió el Imperio Romano en el siglo V. Tan joven como república que logró su independencia en 1991 al desgajarse de Yugoslavia tras solo diez días de escaramuzas militares. Mientras tanto, el resto de la federación se veía envuelta en una larga, sangrienta y vergonzosa guerra.
El euro del Triglav
En 2004 ya formaba parte de la Unión Europea y desde 2007 de la zona euro.
Un país tan pequeño que con 20.000 km2 no es mayor que Gales; su población, de apenas dos millones de habitantes, se dispersa en multitud de hermosos pueblos de madera; salvo en las escasas ciudades: Ljubljana la capital, Maribor, Koper…

UN PAÍS, UNA MONTAÑA.
Lo mejor de Eslovenia se concentra el Triglavski Narodni Park, su único parque nacional que ocupa el 4% de su superficie. Fue creado en 1924 para proteger el corazón de los Alpes Julianos que preside el monte Triglav: la montaña, símbolo nacional que figura en su escudo y su bandera, que vigila con sus “tres cabezas” –eso significa su nombre- el cielo, la tierra y los infiernos.
Parque Nacional Triglav
Son 84.800 ha. que resumen lo mejor de la montaña europea: lagos diminutos como los ibones pirenaicos o gigantes como los alpinos, profundos y húmedos bosques como los escandinavos, laberintos de caliza que recuerdan a Picos de Europa, desmesuradas paredes dolomíticas, profundos valles tallados por el glaciarismo cuaternario… y, hasta hace poco, pequeños glaciares,  que no ha sobrevivido al cambio climático. Todo ello surcado por la mejor red de senderos y refugios de Europa.

EMPEZANDO POR EL FINAL: BOHINJSKO JEZERO.
Después de una semana atravesando el macizo de norte a sur desde Kranjska Gora, después de una última bajada de más de mil metros de desnivel bajo la lluvia, por fin se llega al pie de la cordillera. La bruma se levanta perezosa con el calor del mediodía y el lago Bohinj surge como una aparición. Negro azabache engarzado entre paredes esmeralda por donde se precipita el blanco de las cascadas. Es el más grande y hermoso del país, largo de cinco kilómetros e insondable en su profundidad, un modelo de lago glaciar de valle.
Bohiny, el gran lago glaciar de Eslovenia
           En sus orillas, donde se apilan las piraguas multicolores, terminan las sendas del vértigo y la horizontal relaja la tensión del caminante, devolviéndole la seguridad del terreno llano. Un barquito con motor eléctrico navega de punta a punta rompiendo apenas el silencio con el leve chapoteo de su hélice.
Los pioneros

El lago desagua a la altura de Ribcev Laz, bajo el puente del diablo, dando vida al Sava Bohinska, uno de los principales afluentes del Danubio. Junto a su orilla dos esculturas en bronce inmortalizan la leyenda y la historia del lugar: la gamuza blanca de cuernos de oro, Zlatorog, sigue custodiando desde lo alto de una peña el tesoro de la montaña; cerca de ella cuatro rudos alpinistas, Korosec, Kos, Rovic y Willemitzer, señalan hacia las cumbres. Fueron ellos los primeros en conquistar en 1778 la cabeza más alta del Triglav. Tal vez con ello consiguieran el preciado tesoro sin saberlo. 

PERDERSE EN LOS BOSQUES… DE LA VERTIENTE SUR.
En las zonas bajas del Parque, de Bovec a Stara Fuzina, el bosque de frondosas (hayas, abedules, alisos…) reserva sus mejores lustres para el otoño. Por encima de él, las coníferas (pinos y abetos) toman el relevo con ejemplares de dimensiones canadienses que se encaraman hacia las cumbres convertidos en rastreros. Bajo la nieve del invierno deben ser delirántemente hermosos.
El bosque húmedo
Lo escarpado del terreno ha sido su mejor salvaguarda frente a las talas abusivas. Por eso aquí se conserva el mejor bosque primario de Europa, a la altura del finés o el sueco, que además avanza! En 1875 la superficie forestada de Eslovenia era de 7.370 km2 (el 36% del territorio), hoy son ya 11.690  (el 58%). En el Parque supera el 70% de su superficie.
Sería fácil perderse. Pero mil kilómetros de senderos perfectamente conservados, señalizados y balizados con los característicos anillos rojos sobre fondo blanco lo hacen imposible. También, por fortuna, es difícil toparse con algún oso pardo; aquí son tan abundantes como huidizos. Se exportan para repoblar otras zonas de los Alpes o los Pirineos, e incluso se estudia autorizar ocasionalmente su caza.
Dolina Krstenika
Los pastos de altura se incrustan dentro de la masa forestal en el fondo de peculiares valles sin salida, resultado del singular modelado kárstico, que toma su nombre de la cercana comarca de Karst. La disolución de la caliza, la roca dominante, ha producido enormes cavidades subterráneas y hundimientos del terreno. Así se han formando los poljés circulares (Velo polje, Dedno polje) o las dolinas alargadas (dolina Ovcarija, Krstenica). En su fondo se depositan las mejores tierras que riega algún tenue riachuelo que al final desaparece en un sumidero. Los grupos de cabañas de madera (planina) todavía se pueblan durante los meses de verano con familias de pastores que suben sus rebaños a estos pastos de altura.

DESPEÑARSE EN LOS CORTADOS… DE LA VERTIENTE NORTE.
Pero si el sur es amable, cuando, desde Kranjska Gora o Mojstrana, se encaran estas montañas desde el norte (valles de Trenta, Prisnica, Krma…) se comprende la terrible acción de los hielos cuaternarios que tallaron los precipicios con hachas de gigantes. Paredes verticales de más de mil metros flanquean todos estos valles, haciendo doler el cuello y el ánimo cuando se las mira desde abajo.  En especial en el valle Vrata, en cuyo fondo proyecta su sombra la desmesurada pared norte del Triglav de casi dos kilómetros de vertical. Con razón aún es la palestra del alpinismo esloveno, uno de los más punteros del mundo.
Los senderos del vértigo
¿Cómo abordar unas montañas a las que, respecto a sus vecinas italianas o austriacas, lo que les falta de tamaño les sobra de bravura? El primer día se siente la impotencia de la inaccesibilidad. Pero también su reto porque, en verdad, solo se precisa resistencia, cabeza fría y pie seguro. El resto lo ponen las sendas de vértigo labradas en la roca como una cicatriz (vía Alpina a Trzaska Koca), los pasos equipados con clavijas y cables de acero (Prag a Triglavski Dom), y por supuesto los 26 refugios (koca o dom en esloveno) estratégicamente situados, confortables y primorosamente guardados. Nunca a más de cuatro o cinco horas el uno del otro.
Superada la verticalidad de estos farallones, se desemboca en las altas mesetas donde, perdido ya todo atisbo de vegetación, reina la desnuda aridez de la caliza. Algún nevero se cobija a la sombra de una sima o en el cono de deyección de una canal de avalanchas y nos recuerdan, en la canícula estival, el rigor de los inviernos.
Todavía hay quienes esperan encontrar el único glaciar de los Alpes Julianos eslovenos, el que en 1900 ocupaba una superficie de 32 ha. y tenía un espesor de 50 m., el que todavía figura en casi todos los mapas como Triglavki Ledenik, sin saber que desapareció por completo hace dos años. De él nada más queda que algún manchón de hielo negro a la sombra de las cabezas del Triglav. Porque también aquí los inviernos ya no son lo que eran.

SOBRE SU CABEZA MÁS ALTA
La tarde tiñe de naranja la cresta cimera del techo de Eslovenia. Parecen más pero nada más son  2.864 m. ¿Por qué, pues, el Triglav es una de las grandes montañas europeas? Tal vez porque su verdadero tamaño deba medirse desde donde terminan los medios mecánicos de acceso. Y visto así, por el norte  son 2.000 m. de desnivel desde Vrata o Krma, y desde el sur 2.200 desde Trenta o Bohinj. O quizá porque es cuestión de forma y las montañas desde nuestro subconsciente infantil son afiladas como lápices, y éstas, el Pihavec, el Oltar, el Spik,  lo son. Como lápices de colores.
Cerca de la cumbre, sobre el valle de Vrata
¿Por qué tantos eslovenos se empeñan en subirlas? ¿Porque el alpinismo es el deporte nacional? No solo. También porque el Triglav, desde su primera ascensión, se convirtió en símbolo de afirmación nacional frente a cualquier dominio extranjero, fuera austriaco, italiano o serbio. Todo esloveno que se precie debe escalarlo al menos una vez en su vida; no es tarea fácil para muchos de ellos, que deben arrastrar sus cuerpos, con frecuencia excesivos, por sus laderas. En la cumbre, con un tampón fijado a sus rocas, sellarán el carnet que acreditará su ascensión.

En el lomo del Triglav
Han llegado a ella por todas las rutas. Especialmente desde el Triglavski dom (2.515 m.) y desde el dom Planika (2.401 m.). Completamente equipadas con clavijas, cables y barandillas, confluyen en el Mani Triglav (Pequeño Triglav) para luego seguir juntas la aérea cresta que lo une a la cumbre principal. De no existir estas ayudas sería una sencilla escalada de IIº pero que echaría atrás a la mayoría de los que ahora se atreven. Son incómodos los atascos de quienes suben y bajan por el mismo cable, pero sobre todo son temibles las tormentas con aparato eléctrico. Conviene no olvidar que se está conectado al pararrayos.
En la cima se levanta desde 1895 el Aljazev stolp (la torre Aljazev) a modo de diminuto refugio metálico. Su horrendo perfil se ha convertido en el símbolo de esta montaña. Pero ni esto ni la inevitable aglomeración deben impedir disfrutar de una panorámica que abarca todo el país, un ondulado mar de vegetación, desde el Adriático al Danubio.
Pero de todo esto hace ya unos días. Unos días a vueltas por el Triglav. Ahora, antes de volver a casa, toca reponer los doloridos cuerpos en la cercana ciudad-balneario de Bled. También desde aquí se ve su cumbre. Los del lugar escriben “3glav”.
Reposo en Bled




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