En su día, el gobierno esloveno
recibió con sorpresa 4,5 millones de dólares de la administración Bush en
agradecimiento por su apoyo en la guerra de Irak. En realidad le correspondían
al gobierno eslovaco.
Eslovenia es un joven y pequeño país que merece
conocerse mucho mejor.
Iglesia de la Asunción y castillo de Bled, capital de los Alpes Julianos |
Recorrido norte-sur por el parque nacional del Triglav |
Situado al fondo del mar Adriático,
al que se asoma solo con 46 kilómetros de costa, se incrusta como una cuña
entre la Europa eslava, la germánica y la latina. Entre Italia y Austria, entre
Hungría y Croacia. En las últimas estribaciones de los Alpes, donde la llanura
Panónica se decanta hacia el Danubio.
Un pueblo tan antiguo que,
procedente de las estepas como otros pueblos eslavos, invadió el Imperio Romano
en el siglo V. Tan joven como república que logró su independencia en 1991 al
desgajarse de Yugoslavia tras solo diez días de escaramuzas militares. Mientras
tanto, el resto de la federación se veía envuelta en una larga, sangrienta y
vergonzosa guerra.
Un país tan pequeño que con 20.000 km2 no es mayor que
Gales; su población, de apenas dos millones de habitantes, se dispersa en
multitud de hermosos pueblos de madera; salvo en las escasas ciudades:
Ljubljana la capital, Maribor, Koper…
UN PAÍS, UNA MONTAÑA.
Lo mejor de Eslovenia se concentra
el Triglavski Narodni Park, su único parque nacional que ocupa el 4% de su
superficie. Fue creado en 1924 para proteger el corazón de los Alpes Julianos
que preside el monte Triglav: la montaña, símbolo nacional que figura en su
escudo y su bandera, que vigila con sus “tres cabezas” –eso significa su
nombre- el cielo, la tierra y los infiernos.
Parque Nacional Triglav |
Son 84.800 ha. que resumen lo mejor
de la montaña europea: lagos diminutos como los ibones pirenaicos o gigantes
como los alpinos, profundos y húmedos bosques como los escandinavos, laberintos
de caliza que recuerdan a Picos de Europa, desmesuradas paredes dolomíticas,
profundos valles tallados por el glaciarismo cuaternario… y, hasta hace poco,
pequeños glaciares, que no ha sobrevivido al cambio climático. Todo ello
surcado por la mejor red de senderos y refugios de Europa.
EMPEZANDO POR EL FINAL: BOHINJSKO JEZERO.
Después de una semana atravesando el
macizo de norte a sur desde Kranjska Gora, después de una última bajada de más
de mil metros de desnivel bajo la lluvia, por fin se llega al pie de la
cordillera. La bruma se levanta perezosa con el calor del mediodía y el lago
Bohinj surge como una aparición. Negro azabache engarzado entre paredes
esmeralda por donde se precipita el blanco de las cascadas. Es el más grande y
hermoso del país, largo de cinco kilómetros e insondable en su profundidad, un
modelo de lago glaciar de valle.
Bohiny, el gran lago glaciar de Eslovenia |
En sus orillas, donde se apilan las
piraguas multicolores, terminan las sendas del vértigo y la horizontal relaja
la tensión del caminante, devolviéndole la seguridad del terreno llano. Un
barquito con motor eléctrico navega de punta a punta rompiendo apenas el
silencio con el leve chapoteo de su hélice.
Los pioneros |
El lago desagua a la altura de Ribcev Laz, bajo el puente del diablo, dando vida al Sava Bohinska, uno de los principales afluentes del Danubio. Junto a su orilla dos esculturas en bronce inmortalizan la leyenda y la historia del lugar: la gamuza blanca de cuernos de oro, Zlatorog, sigue custodiando desde lo alto de una peña el tesoro de la montaña; cerca de ella cuatro rudos alpinistas, Korosec, Kos, Rovic y Willemitzer, señalan hacia las cumbres. Fueron ellos los primeros en conquistar en 1778 la cabeza más alta del Triglav. Tal vez con ello consiguieran el preciado tesoro sin saberlo.
PERDERSE EN LOS BOSQUES… DE LA VERTIENTE SUR.
En las zonas bajas del Parque, de
Bovec a Stara Fuzina, el bosque de frondosas (hayas, abedules, alisos…) reserva
sus mejores lustres para el otoño. Por encima de él, las coníferas (pinos y
abetos) toman el relevo con ejemplares de dimensiones canadienses que se
encaraman hacia las cumbres convertidos en rastreros. Bajo la nieve del
invierno deben ser delirántemente hermosos.
El bosque húmedo |
Lo escarpado del terreno ha sido su
mejor salvaguarda frente a las talas abusivas. Por eso aquí se conserva el
mejor bosque primario de Europa, a la altura del finés o el sueco, que además
avanza! En 1875 la superficie forestada de Eslovenia era de 7.370 km2 (el 36%
del territorio), hoy son ya 11.690 (el 58%). En el Parque supera el 70%
de su superficie.
Sería fácil perderse. Pero mil
kilómetros de senderos perfectamente conservados, señalizados y balizados con
los característicos anillos rojos sobre fondo blanco lo hacen imposible.
También, por fortuna, es difícil toparse con algún oso pardo; aquí son tan
abundantes como huidizos. Se exportan para repoblar otras zonas de los Alpes o
los Pirineos, e incluso se estudia autorizar ocasionalmente su caza.
Dolina Krstenika |
Los pastos de altura se incrustan
dentro de la masa forestal en el fondo de peculiares valles sin salida,
resultado del singular modelado kárstico, que toma su nombre de la cercana
comarca de Karst. La disolución de la caliza, la roca dominante, ha producido
enormes cavidades subterráneas y hundimientos del terreno. Así se han formando
los poljés circulares (Velo polje, Dedno polje) o las dolinas alargadas (dolina
Ovcarija, Krstenica). En su fondo se depositan las mejores tierras que riega algún
tenue riachuelo que al final desaparece en un sumidero. Los grupos de cabañas
de madera (planina) todavía se pueblan durante los meses de verano con familias
de pastores que suben sus rebaños a estos pastos de altura.
DESPEÑARSE EN LOS CORTADOS… DE LA VERTIENTE NORTE.
Pero si el sur es amable, cuando,
desde Kranjska Gora o Mojstrana, se encaran estas montañas desde el norte
(valles de Trenta, Prisnica, Krma…) se comprende la terrible acción de los
hielos cuaternarios que tallaron los precipicios con hachas de gigantes.
Paredes verticales de más de mil metros flanquean todos estos valles, haciendo
doler el cuello y el ánimo cuando se las mira desde abajo. En
especial en el valle Vrata, en cuyo fondo proyecta su sombra la desmesurada
pared norte del Triglav de casi dos kilómetros de vertical. Con razón aún es la
palestra del alpinismo esloveno, uno de los más punteros del mundo.
Los senderos del vértigo |
¿Cómo abordar unas montañas a las
que, respecto a sus vecinas italianas o austriacas, lo que les falta de tamaño
les sobra de bravura? El primer día se siente la impotencia de la
inaccesibilidad. Pero también su reto porque, en verdad, solo se precisa
resistencia, cabeza fría y pie seguro. El resto lo ponen las sendas de vértigo
labradas en la roca como una cicatriz (vía Alpina a Trzaska Koca), los pasos
equipados con clavijas y cables de acero (Prag a Triglavski Dom), y por
supuesto los 26 refugios (koca o dom en esloveno) estratégicamente situados,
confortables y primorosamente guardados. Nunca a más de cuatro o cinco horas el
uno del otro.
Superada la verticalidad de estos
farallones, se desemboca en las altas mesetas donde, perdido ya todo atisbo de
vegetación, reina la desnuda aridez de la caliza. Algún nevero se cobija a la
sombra de una sima o en el cono de deyección de una canal de avalanchas y nos
recuerdan, en la canícula estival, el rigor de los inviernos.
Todavía hay quienes esperan
encontrar el único glaciar de los Alpes Julianos eslovenos, el que en 1900
ocupaba una superficie de 32 ha. y tenía un espesor de 50 m., el que todavía
figura en casi todos los mapas como Triglavki Ledenik, sin saber
que desapareció por completo hace dos años. De él nada más queda que algún
manchón de hielo negro a la sombra de las cabezas del Triglav. Porque también
aquí los inviernos ya no son lo que eran.
SOBRE SU CABEZA MÁS ALTA
La tarde tiñe de naranja la cresta
cimera del techo de Eslovenia. Parecen más pero nada más son 2.864 m.
¿Por qué, pues, el Triglav es una de las grandes montañas europeas? Tal vez
porque su verdadero tamaño deba medirse desde donde terminan los medios
mecánicos de acceso. Y visto así, por el norte son 2.000 m. de desnivel
desde Vrata o Krma, y desde el sur 2.200 desde Trenta o Bohinj. O quizá porque
es cuestión de forma y las montañas desde nuestro subconsciente infantil son
afiladas como lápices, y éstas, el Pihavec, el Oltar, el Spik, lo son.
Como lápices de colores.
Cerca de la cumbre, sobre el valle de Vrata |
En el lomo del Triglav |
Han llegado a ella por todas las
rutas. Especialmente desde el Triglavski dom (2.515 m.) y desde el dom Planika
(2.401 m.). Completamente equipadas con clavijas, cables y barandillas,
confluyen en el Mani Triglav (Pequeño Triglav) para luego seguir juntas la
aérea cresta que lo une a la cumbre principal. De no existir estas ayudas sería
una sencilla escalada de IIº pero que echaría atrás a la mayoría de los que
ahora se atreven. Son incómodos los atascos de quienes suben y bajan por el
mismo cable, pero sobre todo son temibles las tormentas con aparato eléctrico.
Conviene no olvidar que se está conectado al pararrayos.
En la cima se levanta desde 1895 el
Aljazev stolp (la torre Aljazev) a modo de diminuto refugio metálico. Su
horrendo perfil se ha convertido en el símbolo de esta montaña. Pero ni esto ni
la inevitable aglomeración deben impedir disfrutar de una panorámica que abarca
todo el país, un ondulado mar de vegetación, desde el Adriático al Danubio.
Pero de todo esto hace ya unos días.
Unos días a vueltas por el Triglav. Ahora, antes de volver a casa, toca reponer
los doloridos cuerpos en la cercana ciudad-balneario de Bled. También desde
aquí se ve su cumbre. Los del lugar escriben “3glav”.
Reposo en Bled |
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