Recreación de un macizo de la Maladeta sin glaciares sobre dibujo de Jean Dehais |
Grieta en el glaciar del Aneto a principios del siglo XX |
En el Pirineo hay glaciares…
todavía.
Los glaciares lo son porque
su masa de hielo se desplaza... y se rompe formando rimayas, grietas, séracs.
A
mediados del siglo XIX la superficie glaciada de la cordillera se estima que
sería de unas 2.500 ha. A día de hoy no llega a 300 ha. El glaciar del Aneto,
el de mayores dimensiones, tendría entonces 250 ha. y hoy no alcanza las 50.
La reducción del volumen de hielo parece que ha sido aún más drástica, pero es
difícil de cuantificar.
Aquella
situación no era residual de la última glaciación que ya había terminado hacía
más de 10.000 años, sino el resultado de un enfriamiento puntual conocido como
Pequeña Edad del Hielo (PEH) que abarcó desde principios del s. XIV hasta mediados
del XIX y que siguió a una época más cálida llamada Optimo Climático Medieval (OCM) durante la que probablemente habían desaparecido todos los glaciares pirenaicos.
Testimonios
históricos avalan ambas oscilaciones: en el O.C.M. la vid se cultivó en todo el
norte de Europa y los vikingos llegaron a Groenlandia (Tierra Verde); en la P.E.H. el Ebro podía congelarse semanas enteras y la nieve se almacenaba en “pozos de
hielo” situados en lugares tan bajos en los que hoy no nieva nunca.
Celestin Passet, grabado de E. Whymper |
Cuando
surgió el pirineismo, variante local del alpinismo a finales del s. XVIII, como una muestra más del afán de conocimiento del siglo de la Ilustración, todavía los
Pirineos estaban espléndidamente ornados de hielos. Ramond, Reboul, Cordier,
Heredia… y por supuesto Barrau los conocieron y admiraron así y de ello queda
testimonio en grabados de la época. La segunda generación de pirineistas,
Tonnellé, Packe, Russell… y sus guías Passet o Sayó, desde mediados del s.
XIX, fueron testigos del comienzo del
deshielo y lo plasmaron en viejas placas fotográficas pero ni fueron muy
conscientes de ello ni lo lamentaron.
Pero
algo entonces empezó a cambiar en los Pirineos: se fueron haciendo poco a poco
unas montañas más modestas.
Porque
la montaña se asocia siempre con la altura y ésta con el frío y la nieve. Y en
las más altas, las de verdad, el frío y la nieve son permanentes. Por eso los
glaciares son un elemento esencial.
La
reducción de los glaciares pirenaicos en los últimos 40 años ha sido drástica y
los testimonios personales y fotográficos incontables. La actividad humana
tiene mucho que ver en esta aceleración del calentamiento global y en pocos
años recorreremos en verano una cordillera sin hielo, ni el Balaitus, ni en el
Vigemale, ni en el Perdido, ni en el Posets, ni siquiera en la Maladeta.
Hoy muchos
glaciares ya han desaparecido por completo y en su lecho solo perdura
algún nevero que no aguantará hasta el próximo invierno. Otros han quedado reducidos a
heleros residuales, meros lentejones de hielo sucio sin ningún movimiento y sin
grietas. Unos pocos aún resisten a duras penas los zarpazos del verano sobre su
escuálida anatomía.
Pero
antes de que este patrimonio desaparezca, conozcamos un poco cómo fueron, cómo apenas
ya son estos hielos.
Fotos Moraine. Association Pyrénéenne de Glaciologie |
Algunos ejemplos de glaciares pirenaicos y su evolución
De
la gran variedad de glaciares posibles, el Pirineo ha tenido un buen
surtido aunque a pequeña escala y en
cotas muy altas.
Glaciar rocoso de las Argualas |
La Maladeta desde la cabaña de Cabellud, 1924. Foto Pierre Poque |
Posiblemente
el glaciar más conocido del Pirineo español sea el de la Maladeta por su privilegiada
situación frente al Portillón de Benasque, que ha sido históricamente el paso
más transitado en esta zona de la cordillera desde que en el siglo XVI se construyó a sus pies la primera hospedería u hospital. En el s. XIX, a escasa distancia del paso, en
el enlace con el camino al puerto de la Picada que da paso al valle de Arán,
Francisco Cabellud construyó un refugio para aprovechar el creciente tránsito
de viajeros, pirineistas franceses hacia este lado de la cordillera y
contrabandistas y temporeros españoles hacia el otro. La construcción del
refugio de la Renclusa en 1916 contribuyó a su desaparición.
El
Portillón, la casa Cabellud, la Maladeta y su glaciar son los protagonistas de
muchas estampas de aquella época que permiten hacerse una idea de cómo han menguado
los hielos donde desapareció Pierre Barrau.
glaciarespirenaicos.blogspot.com.es
www. montanapegaso.com/glaciares/glaciar2.htm
www.swisseduc.ch/glaciers/pyrenees/
www.randoneepyrenees.com/2_photo/glaciers.html
www.gelicehielo.com
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