Del
diario… por los Andes del
Perú.
Bonifacio, arriero de Tinqui |
Ya sabíamos lo que había al otro lado, pero
queríamos verlo: la laguna Sibinacocha y el glaciar Quelcaya, los mayores de
los Andes tropicales.
Ayer Bonifacio nos indicó un camino que no
coincidía con la reseña. Ni nosotros le hicimos caso ni él insistió ante
nuestra prepotencia. Lo tenemos merecido.
En dos días más habremos terminado la vuelta
al Ausangate”.
Para otros… que nosotros, probablemente, no volveremos nunca.
El Huayruro Punco es una colina entre los
gigantes nevados de la cordillera Vilcanota, una de las menos conocidas de los
Andes peruanos. Numerosos seismiles levantan
sus perfiles imposibles sobre los glaciares y las “abras”, sobre las lagunas y
las “pampas”.
Y sobre todos ellos, el Ausangate (6.384 m .), “apu” de los
indios de la cordillera, dios protector a cuyos hielos suben todos los años la
víspera del Corpus Christi en multitudinaria romería. Luego bajarán cargados de
bloques de hielo que fundirán sobre las tierras y los rebaños para atraer la
fertilidad.
Porque Ausangate es Qoyllur Rit´i, el “señor de la nieve resplandeciente”.
En la estación de autobuses de Cuzco |
La caminata comienza, y termina, en la
pequeña localidad de Tinqui (3.800
m .), adonde se llega desde Cuzco por la recién asfaltada
carretera Interoceánica que luego se precipita hacia la selva amazónica en Puerto
Maldonado. La compañía “Huayna Ausangate” hace el recorrido.
Cayetano Crispín, natural del lugar, dispone
de una pequeña agencia y de alojamiento, (Ausangate trek y albergue Ausangate, ¡cómo
no!). Especializado en este circuito, nos proporcionará todo lo necesario:
tiendas, comida, arrieros, cocinero, caballos… con mejor voluntad que
resultados.
Sólo queda comenzar a andar.
Algunas consideraciones… por si se quieren tener en cuenta.
No es necesaria una forma física excepcional
y basta con estar habituado a caminar con una mochila mediana. No más de 10 kg . durante no más de 8
horas diarias.
Frío en Pampa Acero, 5000 m. |
Pero el escenario andino tiene sus
peculiaridades:
La mejor época es la estación seca, que en el
hemisferio austral coincide con nuestro verano. Por tanto allí están en
invierno y, aunque el tiempo sea estable, cualquier precipitación será en forma
de nieve. Así que hará frío, en especial por las noches en las que el
termómetro no subirá de -10ºC .
Y estando en una latitud tropical las noches serán largas, largas… de más de
doce horas. Sin olvidar el mal de altura, el “soroche”, porque siempre se
camina entre 4000 y 5000 m .
y, a esa altura, la concentración de
oxígeno en el aire se ha reducido a la mitad.
Pero esto son los Andes, bonita.
1ª JORNADA
Se remonta una cuesta interminable durante
todo el día, hasta superar el Cerro Antacalla y dar a la pradera de Upis. La
ancha silueta del Ausangate, como un decorado, habrá ido levantándose poco a
poco sobre el horizonte.
Los niños y las alpacas vagan tristes por los
pajonales.
Cayetano está acondicionando su cabaña y hoy
dormimos en un camastro bajo techo.
Desde hoy, la murga insoportable de radio
Tinqui en el transistor de Bonifacio nos acompañará todas las tardes en los
campamentos.
2ª JORNADA
Hoy bordeamos el macizo por el oeste salvando
una sucesión de collados, que aquí dicen abras,
que van a caer a lagunas que aquí son cochas.
En todos los pasos proliferan los
amontonamientos de piedras o apachetas.
Cada viajero deposita una más para conjurar la desgracias, los chiknis. Eso piden, eso pedimos también
nosotros, a la Pachamama y al apu Ausangate.
Las heladas lagunas, donde vierten las
cascadas y los seracs del mayor complejo glaciar del Perú, están
sorprendentemente llenas de truchas.
3ª JORNADA
El abra
Palomani es el paso más alto de todo el recorrido. Pero todavía puede subirse
un poco más sobre un lomo de olas ocres, hasta el cerro Palomani Riti, el mejor
mirador sobre el Ausangate.
Cerca pasa la ruta normal al nevado, a donde
se llega por un camino más directo y corto desde la aldea de Chillca. Varios
cómodos refugios o tambos de reciente
construcción atraen en masa a las agencias de gringos. Al menos en el proyecto
que los ha puesto en marcha (Andean Lodges) participan las comunidades
indígenas de la comarca, completando con ello su mísera economía de papas en
los valles y de lana en la montaña.
4ª JORNADA
Los camélidos americanos, lejanos parientes
de dromedarios y camellos, son el símbolo de los Andes: Desde época
precolombina, unos están domesticados para carga como la llama, o para lana
como la alpaca. Otros, siguen salvajes todavía, y son de muy difícil y preciado
aprovechamiento, como la vicuña. El guanaco, prácticamente ha desaparecido de
esta parte de la cordillera.
Y poco más hay a esta altura; la vizcacha
que, equivalente a nuestra marmota, parece más un cruce de liebre y ardilla.
5ª JORNADA
En el paso Campa se vuelven a superar los 5000 m . entre el nevado
Huamantilla y las vertiginosas paredes del nevado Puca Punta. Sus glaciares aún
se desparraman sobre el collado como las patas de un paquidermo gigante. Hay
que remontar más arriba para evitar los hielos. Por su acelerado retroceso
debido el cambio climático, en unos pocos años ya no será necesario,.
Después ya todo es bajada por la cuenca
lacustre de Comercocha hasta llegar al poblado de Pacchanta.
6ª JORNADA
Sólo queda remontar un pequeño collado y
bajar por la pista de tierra que ningún vehículo recorre, hasta alcanzar de nuevo
Tinqui, nuestro punto de partida.
Con nosotros bajan, cada vez más bravas y
abundantes, las aguas de fusión del Ausangate hasta formar el poderoso río
Vilcanota que más allá se llama Urubamba y que tras atravesar el valle Sagrado
de Cuzco y el Machu Picchu se adentrará en la selva amazónica.
Allí, en los Yungas, empezó nuestro viaje no hace tanto, remontando el río por la vieja vía férrea de Vilcabamba hoy comida por la jungla, hasta alcanzar el Machu Picchu,
En unos pocos días terminaremos bajando hasta
las profundidades del cañón del Colca, en la reseca cordillera Volcánica de
Arequipa.
Un cóndor sobrevuela el cañón del Colca |
Me temo que volveremos a casa con un empacho
de naturaleza, pero también con el regusto amargo de la miseria del altiplano,
del recelo de sus hombres, del silencio de sus mujeres, de la tristeza infinita
de sus niños… y con el convencimiento de
que nosotros algo tenemos que ver con todo ello.
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