MONTAÑAS LEJANAS PARA MONTAÑEROS MEDIOCRES

Los Shakhakhs (Cuernos) y el glaciar Khersan desde la cima del Alam Kooh, macizo de Takh-e Soleymân (Irán)

Quienes  llevan muchos años subiendo montañas cercanas siempre han visto otras muy lejanas, muy altas y muy difíciles como patrimonio exclusivo de las élites del alpinismo. Pasados los años, quizá con menos fuerza pero con el mismo entusiasmo, con más tiempo y más dinero, descubren que también pueden ir a lugares lejanos y desconocidos a subir montañas altas y hermosas, a la medida de sus modestas aspiraciones.

Glaciares Alamchal y Sarchal desde la cima del Alam Kooh

Sabíamos que Irán es un destino poco atractivo como República Islámica, pero nos hipnotizaba la antigua Persia. Enseguida comprobamos lo que tantos nos habían dicho, que sus gentes son amables, educadas, hospitalarias y curiosas en extremo. Y descubrimos que Irán es una meseta reseca como un fósil pero tiene montañas de verdad, altas y nevadas.
Además del Damavand, el volcán que atrae a la inmensa mayoría de los montañeros que visitan este país, hay numerosos cuatromiles rodeados de glaciares agonizantes por la latitud y el cambio climático.
Se agrupan en cuatro áreas cuyos techos son el Oshtoran Kooh (4150 m.) y el Zard Kooh (4548 m.) en los montes Zagros, y el Sabalán (4811 m.) y el Alam Kooh (4850 m.) en la cordillera de los Alborz.
Decidimos ir al último, en la macizo de Takht-e Soleymân, porque ya el nombre resultaba atractivo (Trono de Salomón) y porque era la segunda altura del país.
En farsi, Kooh significa montaña y Alam estandarte. Lejos de las multitudes solo encontramos a algunos aficionados iraníes con el look que aquí se estilaba hace ya muchos años: vaqueros, chirucas, vara de fresno y gorra de Shell.


Después nos fuimos al Damavand (5671 m.), no pudimos evitarlo.


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