Montañas en la Ruta de la Seda - I
Noche en la Ruta de la Seda. Macizo del Chimtarga, 5489 m. Montañas Fann. |
Ahora que la hacendosa Europa del Norte reniega de la indolente Europa del Sur, ahora que la amenaza populista se cierne sobre el Mediterráneo, ahora que los griegos llevan camino de convertirse en los parias de la Eurozona, convendría recordar dónde nació Europa y la cultura occidental.
Pero este es solo un blog de montaña y solo hablaré de un griego que cortó con su espada el Nudo Gordiano porque, siendo imposible de desatar, era necesario hacerlo para llegar más lejos y más alto.
Pero este es solo un blog de montaña y solo hablaré de un griego que cortó con su espada el Nudo Gordiano porque, siendo imposible de desatar, era necesario hacerlo para llegar más lejos y más alto.
Nota: quién no conozca la historia del dicho nudo que se informe si no quiere ser tomado por alemán.
Iskander es el nombre iranio de Alejandro Magno. Al-Iskander aparece en varios cuentos de las Mil y Una Noches.
El sufijo iranio –kul significa lago de y es frecuente en Asia Central. Issyk-kul, Song-kul, Ala-kul, Kara-kul…
Pocos escolares de primaria saben localizar Tajikistán, unos de los numerosos –stán -países- de esa zona centroasiática. Menos estudiantes de secundaria sitúan por allí la cordillera de Pamir-Alai. Ningún universitario ha oído hablar siquiera de las montañasFann.
El sufijo iranio –kul significa lago de y es frecuente en Asia Central. Issyk-kul, Song-kul, Ala-kul, Kara-kul…
Pocos escolares de primaria saben localizar Tajikistán, unos de los numerosos –stán -países- de esa zona centroasiática. Menos estudiantes de secundaria sitúan por allí la cordillera de Pamir-Alai. Ningún universitario ha oído hablar siquiera de las montañasFann.
¿Quién puede entonces conocer que en las montañas Fann, en el extremo más occidental de la cordillera Pamir Alai, en Tajikistán casi frontera con Uzbekistán, hay un lago que se llama Iskander-kul?
EL LAGO DE ALEJANDRO
En el 329 a.C. Alejandro Magno, después de seis largos años de viaje de conquista desde que salió de Pella en Grecia, llegó al corazón de Asia, donde confluían los imperios persa, indio, chino y mongol. Por entonces la Grecia clásica de pequeñas polis democráticas había desaparecido y se había convertido en otro imperio difícilmente manejable de la misma forma.
Sin motivos para ser modesto, el emperador había jalonado su viaje de nuevas ciudades con el nombre de Alejandría, desde la de Egipto que todo el mundo conoce, hasta la Alejandría de Escate, que significa la última, porque era la más remota y que no conoce nadie. En la región de Sogdiana a orillas del río Jaxactes. Inútil dar pistas, hoy no la conocen así hoy ni sus propios habitantes porque la llaman Khodjent a orillas del Sir Daria… en Tajikistán claro.
Para llegar hasta allí había atravesado el Hindu Kush, montañas mucho más altas que las que cualquier otro ejército atravesaría nunca, ni el de Aníbal ni el de Bonaparte, y estableció su centro de operaciones en Maracanda (Samarkanda, Uzbekistán).
Desde ahí hizo frente a varias sublevaciones de los naturales del país que en principio le habían recibido como libertador del dominio persa y que pronto identificaron como nuevo dominador, porque no se viene de tan lejos solo a ver. El último foco de resistencia fue la fortaleza conocida como Roca Sogdiana.
En la campaña del duro invierno del 328-327 a.C. el noble rebelde Oxiartes envió a su familia a refugiarse en ese nido de águilas que consideraba inexpugnable. Ante el asedio de los griegos, los defensores se jactaban de que Alejandro necesitaría “hombres alados” para doblegar la Roca. Los tenía.
Trescientos voluntarios espoleados por la promesa de un generoso botín se ofrecieron a escalar el baluarte. Echaron mano de auténticas técnicas de escalada, usaron las estacas de las tiendas como clavijas y los vientos como cuerdas y, a pesar de la gélida noche y el hielo traicionero, superaron el abismo y escalaron la Roca. Cuenta la crónica que treinta se despeñaron.
Los sorprendidos y atemorizados defensores rindieron la fortaleza sin ofrecer resistencia. Oxiartes ofreció a su hija Roxana como esposa al emperador.
Se desconoce la ubicación exacta de la Roca Sogdiana pero, sin duda, estaría en la cuenca del río Zeravshán, en la comarca de Pendjikent, en las abruptas montañas al sur de esta localidad donde se encuentra el lago Iskanderkul, el lago de Alejandro.
En el 329 a.C. Alejandro Magno, después de seis largos años de viaje de conquista desde que salió de Pella en Grecia, llegó al corazón de Asia, donde confluían los imperios persa, indio, chino y mongol. Por entonces la Grecia clásica de pequeñas polis democráticas había desaparecido y se había convertido en otro imperio difícilmente manejable de la misma forma.
Sin motivos para ser modesto, el emperador había jalonado su viaje de nuevas ciudades con el nombre de Alejandría, desde la de Egipto que todo el mundo conoce, hasta la Alejandría de Escate, que significa la última, porque era la más remota y que no conoce nadie. En la región de Sogdiana a orillas del río Jaxactes. Inútil dar pistas, hoy no la conocen así hoy ni sus propios habitantes porque la llaman Khodjent a orillas del Sir Daria… en Tajikistán claro.
Para llegar hasta allí había atravesado el Hindu Kush, montañas mucho más altas que las que cualquier otro ejército atravesaría nunca, ni el de Aníbal ni el de Bonaparte, y estableció su centro de operaciones en Maracanda (Samarkanda, Uzbekistán).
Desde ahí hizo frente a varias sublevaciones de los naturales del país que en principio le habían recibido como libertador del dominio persa y que pronto identificaron como nuevo dominador, porque no se viene de tan lejos solo a ver. El último foco de resistencia fue la fortaleza conocida como Roca Sogdiana.
En la campaña del duro invierno del 328-327 a.C. el noble rebelde Oxiartes envió a su familia a refugiarse en ese nido de águilas que consideraba inexpugnable. Ante el asedio de los griegos, los defensores se jactaban de que Alejandro necesitaría “hombres alados” para doblegar la Roca. Los tenía.
Trescientos voluntarios espoleados por la promesa de un generoso botín se ofrecieron a escalar el baluarte. Echaron mano de auténticas técnicas de escalada, usaron las estacas de las tiendas como clavijas y los vientos como cuerdas y, a pesar de la gélida noche y el hielo traicionero, superaron el abismo y escalaron la Roca. Cuenta la crónica que treinta se despeñaron.
Los sorprendidos y atemorizados defensores rindieron la fortaleza sin ofrecer resistencia. Oxiartes ofreció a su hija Roxana como esposa al emperador.
Se desconoce la ubicación exacta de la Roca Sogdiana pero, sin duda, estaría en la cuenca del río Zeravshán, en la comarca de Pendjikent, en las abruptas montañas al sur de esta localidad donde se encuentra el lago Iskanderkul, el lago de Alejandro.
Aparte del “pothos”, el anhelo, el deseo por penetrar en lo desconocido que empujó a los griegos hasta allí, aparte de la conexión de esta remota región con el mundo clásico a la que posiblemente no sean ajenos los rasgos caucásicos de muchos de sus habitantes, aparte de situarse en la mayor encrucijada de la Ruta de la Seda con sus ciudades mágicas de Samarkanda y Bukhara, aparte de que todos hemos soñado con ser, como Dravot y Carnehan, reyes en el Kafiristán de Kipling, a veces basta la más fútil de las razones para emprender el viaje: ¿quién puede sustraerse a la atracción que ejerce el nombre de estas montañas?: montañas Fann.
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