|
Hospice de France, al pie de los puertos en el lado francés. Grabado decimonónico. (Arch.Fundación Hospital de Benasque) |
Mi
abuelo cruzó las montañas catorce veces seguidas para trabajar catorce inviernos en
Francia. Esas montañas eran la frontera política que separaba dos países desde el
tratado de los Pirineos (1659). Pero las gentes de ambos lados siguieron unidas por esas montañas, como siempre, sintiéndose más montañeses que españoles o
franceses.
A principios del siglo pasado, el
valle de Benasque era aún un mundo aparte, cerrado
al llano por el estrangulamiento del congosto de Ventamillo que forzaba a sus gentes a la autosuficiencia.
Y algunos como mi abuelo, al frente de una casa modesta, difícilmente llegaban ni a eso, lo que les
condenaba a largas y lejanas migraciones hacia el sur (a la isla de Fernando
Poo en África ecuatorial como se ha estudiado en Guinea en patués o recreado en Palmeras
en la Nieve) o hacia el norte a otras más cortas y cercanas (cruzando los puertos
y bajando hasta Luchón, donde el ferrocarril era la puerta a Europa).
Pero
los motivos del trasiego constante eran más variados que los meramente
económicos. En un sentido o en otro, siempre han ido y venido pastores,
contrabandistas, buhoneros, exiliados, pirineistas, cazadores, muleros,
soldados, peregrinos… porque no pueden ponerse puertas al monte cuando éste
tiene puertos.
Estoy
en la cima del Mall PIntrat o Mahl
del Port Bielh (pico del Puerto Viejo, 2.851 m.). El mejor mirador sobre los
Llanos del Hospital, la Maladeta, el Perdiguero… con el permiso del popular y
atestado Salvaguardia). Estoy solo.
Al
norte veo claramente el paso del puerto
Viejo que justifica su nombre (también se llama de los Caballos, 2.635 m.)
por ser el más antiguo de los usados para alcanzar el valle de Lys por el lago
Célinda (hay nombres que por sí solos justifican una visita). En el lado
francés, los restos de un cuidado pavimento delatan su origen romano. A pesar de su considerable altura debió ser un aceptable
camino de caballería como su segundo nombre parece que indica.
A
finales del s. XII y para atender a los viajeros se construyó, en el llano de
donde arrancaba junto al río Ésera, una hospedería y una capilla anexa.
Románica. Se han excavado recientemente sus restos que son bien visibles. Este
llamado Hospital Viejo fue encomendado a los Caballeros Hospitalarios de la
Orden de San Juan de Jerusalén (orden de Malta). Hospedaje, hospitalidad,
hospitalario, hospital. Llanos del Hospital de Benasque.
Poco después, este antiguo camino entró en declive siendo sustituido por el que pasa
por el cercano puerto de La Glera (o
de Gorgutes, 2.367 m.)
Por
qué este cambio lo explica en apariencia la diferencia en altura entre ambos
pasos, pero no debió ser así cuando tardó tanto en hacerse y el abandono del
primero fue completo. Además, la fuerte bajada del nuevo camino por el circo de la Glêre exigió un costoso acondicionamiento y aún así no quedaba libre de riesgos, sobre todo con nieve.
|
Glaciar rocoso bajo el Port Bielh (Puerto Viejo) |
Como
hipótesis, es más que probable que durante el siglo XIII el camino del puerto
Viejo quedara intransitable en su zona alta debido a las consecuencias del
enfriamiento climático conocido como Pequeña Edad del Hielo (P.E.H.). Hasta entonces, durante siglos de calentamiento (Óptimo Climático Medieval, O.C.M.), probablemente
ya habían desaparecido los glaciares pirenaicos que en ese momento se reactivaron. Esta
época fría duró hasta el siglo XIX cuando volvieron a subir las temperaturas y numerosos glaciares volvieron a desaparecer y los que aún quedan están condenados a hacerlo en breve. Según testimonia claramente el amplio arco morrénico que
hoy se extiende entre el pico Estaouas y el Pintrat, un pequeño glaciar de
circo debió cerrar por completo el paso al puerto Viejo por la vertiente española
(N.E.). De él solo queda un glaciar rocoso relicto.
Desde
el siglo XVII otro paso fue cobrando protagonismo, el puerto Nuevo o Portillón de Benasque (2.444 m.) para el que se excavó un camino de
acceso directo por Peña Blanca e incluso se amplió a pico el estrecho tajo
natural. Las caballerías pasaban cómodamente con sus alforjas cargadas de
mercancías o de turistas snobs en los albores del montañismo; desde el Hospital
de Benasque o desde el Hospice de France, que hay uno en cada vertiente.
Muy
cerca, hacia el este, y prácticamente a la misma altura, se abre el cuarto paso
fronterizo: el puerto de la Picada (2.470
m.) que permitía acceder al valle de Arán que, por cierto, está en la vertiente
francesa de los Pirineos. Allí, en el Güel de Joéu, afloran las aguas de fusión
del glaciar del Aneto que debían ir al Ésera, vertiente mediterránea, pero
que, desapareciendo en el Forau de Aigualluts, cambian de vertiente para sumarse al Garona. el gran río atlántico . Ni las
aguas respetan los dictados de las fronteras.
Un Hospital Nuevo se había construido ya al
otro lado del llano. Fue arrasado por las avalanchas al menos en dos ocasiones hasta que se le encontró un lugar más seguro que es que es el que hoy ocupa.
Terminada
la guerra civil, el cierre de la frontera condujo a su abandono y a su ruina.
Sólo en los últimos tiempos se ha reconstruido como establecimiento hotelero
que, de alguna manera, sigue cumpliendo su viaja función.
|
Grupo de turistas franceses cerca del Puerto de Benasque. 1900. Al fondo a la derecha, el Mall Pintrat (Arch.Fundación Hospital de Benasque) |
Desde
la cima del Mall Pintrat veo estos cuatro accesos históricos y los Llanos del
Hospital de donde parten. Veo la pequeña carretera de acceso restringido que se
adentra hacia el este hasta la Besurta, al pie de los montes Malditos y la vía
muerta de la llamada “carretera de Francia”. Pienso que hasta 1912 el transporte
rodado no entró en el valle rompiendo el congosto de Ventamillo y que, desde
entonces, sus habitantes han soñado con un túnel que cruzara la cordillera por donde ésta es
más poderosa. Pero las promesas de los políticos de un lado y otro han quedado
en eso y posiblemente no se materialice jamás. No importa, porque las gentes siguen atravesando los Pirineos más que nunca saltándose una
frontera que solo está dibujada en los mapas.
Hoy,
en verano, puede cruzarse a pie cualquiera de estos pasos históricos y bajar
hasta Bagnères de Luchon para regresar al valle cómodamente en autobús por el
túnel de Viella.
E
incluso pueden sobrevolarse estas montañas desde el pequeño aeródromo de
Castejón de Sos y aterrizar en Luchon para tomar el vermut en algún velador del
paseo des Allées d´Etigny.
Pienso
en esto y en los “duros de plata” ganados trabajando en Francia y
que me regaló mi abuelo. Tienen los perfiles de Alfonso XIII, Alfonso XII y
alguno incluso de Amadeo de Saboya. Porque entonces no importaba el lado de la
frontera o quién figuraba en el anverso, la moneda valía lo que valía el metal
del que estaba hecha. Como las personas, decía.