Lago de Ándara (macizo Oriental de Picos) según grabado de Boucher, desaparecido por las voladuras de las explotaciones mineras. |
Jean
Marie Hippolyte Aymar d´Arlot, al que llamaremos simplemente conde de Saint-Saud
(1853-1951), o mejor Saint-Saud a
secas, fue uno de los más importantes pirineistas franceses de la segunda
generación.
Pico Saint-Saud desde el Camboué |
Por
eso llegó tarde a la conquista de las cumbres más importantes del Pirineo. Aunque
aún se hizo con algunas primeras como el pico Algas o el Comapedrosa. Una punta
de 3003 m., en un rincón escondido en la trasera del Gourgs-Blancs que, salvo
coleccionistas de tresmiles, nadie visita, lleva su nombre.
Punta Labrouche, risco Saint-Saud y Torrecerredo |
Sin
embargo fue el primero en descubrir los Picos de Europa y ascendió un montón de
cumbres vírgenes (Morra de Lechugales, Peña Vieja…), entre ellas el techo de
Picos y de toda la cordillera Cantábrica, el Torrecerredo. Muy cerca, en su
cresta N.E., una afilada cumbre secundaria de 2560 m. que nadie sube, se llama
risco Saint-Saud.
Todo
ello con permiso de los lugareños que probablemente subieran antes pero que no
descubrieron nada porque descubrir supone siempre dar a conocer.
A veces surgen relaciones
inesperadas entre algunos acontecimientos. Lejanos, inconexos y
desproporcionados, terminan unidos inexorablemente por la voluble causalidad
(no casualidad) de manera no siempre comprensible, como la mariposa de Lorenz
cuyo aleteo en Brasil hace aparecer un tornado en Texas?. (Teoría del caos)
Acontecimiento 1
Napoleón III preso trás Sedán, junto a Bismarck |
En
1870, inopinadamente, la Francia del II Imperio se hundió en unas pocas semanas
en la guerra que la enfrentaba a Prusia. Una derrota humillante además porque
Napoleón III cayó preso en Sedán y, para más inri, el vencedor, Bismarck,
proclamó el II Reich alemán en el mismísimo palacio de Versalles en París.
Francia perdió las ricas regiones de Alsacia y Lorena.
Las
dos guerras mundiales hundieron sus raíces en esta breve contienda. El longevo
Saint-Saud fue testigo de las tres.
Acontecimiento 2
Lejos
de allí, en los Pirineos, a pesar del auge que había tomando el pirineismo y de haberse ya conquistado
sus principales cimas, el conocimiento general de la cordillera era escaso,
sobre todo en la vertiente sur.
Muy
lejos de allí, más al oeste, los Picos de Europa sin piquismo eran completamente desconocidos. Sólo los navegantes que
los avistaban al acercarse al continente les habían dado ese nombre.
Acontecimiento 3
En
pocos años todos los Pirineos, incluidos los españoles, así como los tres
macizos de los Picos de Europa y zonas aledañas de la Cordillera habían sido
recorridos, estudiados, descritos, cartografiados y dados a conocer. Y no por
españoles sino por franceses. Los que habían perdido la guerra franco-prusiana
de 1870 y precisamente por ello.
La mariposa estaba en Sedán
y el tornado se desencadenó en los Picos.
La
III República surgida en 1871 achacó la derrota a la deficiencia del ejército
francés en el conocimiento del terreno, de su propio terreno, frente al alemán.
En definitiva, la cartografía alemana del teatro de operaciones en Francia era
muy superior a la francesa.
Hubo
otros motivos que afectaban a la incapacidad de los mandos, a la impulsividad
del emperador… en definitiva a las personas pero, por eso mismo se obviaron. La
culpa era de los mapas.
En
el clima de revancha de las décadas que se avecinaban había que subsanar esta
deficiencia y el Estado Mayor francés encargó al coronel Ferdinand Prudent la
realización de la Carte du Dépôt de
Fortifications que debía incluir no solo los territorios de Francia sino
también los trasfronterizos con todos los países vecinos, Alemania por supuesto
pero también España. Con la dificultad de tener que recabar información en
países extranjeros potencialmente enemigos (harían falta espías) y la añadida en
el caso del norte de España de que era un territorio prácticamente desconocido y
además muy montañoso (harían falta montañeros).
Saint-Saud en la brecha de Tucarroya |
Por
suerte Francia era la patria del alpinismo
y del pirineismo. El CAF (1874)
agrupaba a los mejores montañeros y en él encontró Prudent, que también era
socio, a los hombres que necesitaba:
Schrader, Lourde-Rocheblave, Labrouche
y, sobre todo, Saint-Saud, a los que proporcionó instrumental cartográfico y
aleccionó en su complejo manejo para la obtención de datos. Sin demasiadas
precauciones.
Desde
1877 y hasta 1890 Saint-Saud recorrió la cordillera, en especial por su
vertiente menos conocida, la española y la andorrana, proporcionando junto a
otros muchos pirineistas miles de datos con los que el coronel Prudent elaboró en 1882 un mapa de los Pirineos
españoles y en 1893, un mapa general de la cordillera fue muy utilizado hasta
bien entrado el siglo XX especialmentre por los montañeros.
Se
etiqueta desde este lado de la cordillera a Saint-Saud y a sus compañeros de
ser espías al servicio de Francia. Y lo son si consideramos que sus
observaciones de los Pirineos españoles fueron inspiradas y aprovechadas por
Prudent con fines militares.
Sin
embargo, todos estos trabajos no debían ser desconocidos para las autoridades
españolas cuando el mismo Prudent recabó información de los geógrafos españoles
Carlos Ibáñez de Íbero y Francisco de Coello. El mismo Saint-Saud contaba con
el apoyo del gobierno de Madrid y un misterioso salvoconducto que rompía todos
los recelos de las autoridades locales. Incluso se entrevistó en el balneario
de Panticosa con el presidente Sagasta.
Quienes
colaboraron en la Hoja XIII de la Carte
de France a pequeña escala (1:500.000) de Prudent publicaron sus propios trabajos
en mapas locales a gran escala (Monte Perdido 1:40.000, Schrader 1874) antes de
que apareciera aquel, con mucho más detalle en la toponimia, las alturas, las
curvas de nivel… porque su interés deportivo estaba por encima de su
patriotismo. Todos tuvieron difusión en este lado de la cordillera,
especialmente en Cataluña donde el pirineismo
despuntaba desde el CEC.
No
ha habido tareas de espionaje menos secretas ni más difundidas.
Mapa de los Picos de Europa según el coronel Prudent, 1893 |
Terminado
su trabajo en los Pirineos, Saint-Saud siguió colaborando con Prudent: la Hoja
XIV debía incluir la costa norte de la península y los “Pirineos cantábricos”. Pero
también dio satisfacción a su curiosidad y afición: en marzo de 1882, en un
viaje a Santiago de Compostela, descubrió desde el alto del Turujal en
Cantabria la silueta nevada de los Picos de Europa. Desde 1890 los visitará en
ocho campañas de exploración. Ya anciano aún volverá una vez más. Diez visitas,
no está nada mal.
Antes
de empezar su primera campaña en 1890, pasó por Madrid para impartir una
conferencia sobre los Pirineos en la Real Sociedad Geográfica Española. Aprovechó
para conseguir cartas de recomendación para las compañías mineras que operaban
en Picos.
En
1891 reanudó sus exploraciones.
Acampados en la cima del Espigüete, 1892. De izq. a dr. Françóis Bernard-Salles, Paul Labrouche, Tomás Casado-Casquero de Valverde de la Sierra y Vicentón Marcos de Soto de Valdeón. |
La
larga campaña de 1892, la tercera, fue la más provechosa y la más claramente
deportiva. Acompañado de su amigo habitual Paul Labrouche y del guía de
Gavarnie François Bernat-Salles que contaba con la primera al couloir de Gaube
en el Vignemale, consiguen, entre otras numerosas cumbres, la primera a
Torrecerredo. Además del risco Saint-Saud, en la misma cresta noreste sobresale
la Torre de Labrouche.
Al
año siguiente, 1893, desde el pico Albo describió el Naranjo de Bulnes
como “…una cima cuyo acceso parece prohibido
a los hombres, como también lo está para los rebecos”.
En
1906, tras un paréntesis de trece años, volvió en dos ocasiones, en julio y en septiembre.
En esta ocasión le acompañaba como guía, entre otros, Gregorio Pérez, el
Cainejo, que dos años antes ya había guiado a don Pedro Pidal, marqués de
Villaviciosa, hasta la cima del inaccesible Picu.
Volverá
aún a rematar sus trabajos en 1907 y 1908.
Gregorio Pérez, el Cainejo |
Saint-Saud
ni siquiera se planteó subir al Naranjo, aunque el marqués argumentó que su
ascensión pretendía evitar que los extranjeros se llevaran la gesta. Pero no
hay otras montañas cuyo descubrimiento y estudio esté más ligado a un
personaje: a su llegada las encontró salvajes y desconocidas y cuando volvió
por última vez en 1924 para enseñárselas a sus hijas, por iniciativa de su
amigo el marqués de Villaviciosa, Covadonga era ya parque nacional. En lo
deportivo había hecho las primeras ascensiones a la Morra de Lechugales, a Torrecerredo
y a la Peña Santa, los techos de los tres macizos, y a un sinfín de otras cimas
importantes. En lo divulgativo había publicado su Monographie des Picos de Europa y realizado un mapa general a
escala 1:100.000 y otros tres más, uno por cada macizo, a 1:50.000. Bueno, en
verdad los hizo, basándose en sus datos, croquis, fotos y dibujos, el coronel
León Maury, que ya había tomado el relevo de Ferdinand Prudent en la dirección
del servicio cartográfico del ejército francés.